Hace algunos años, como dicen en las películas, en aquellas épocas de la preparatoria yo estaba en el grupo “A” junto con mi mejor amigo de aquel entonces y en el “B” estaban mi hermano y mi mejor amiga de todo el universo.
Yo más bien me juntaba con los compañeros del “B”, eran el “B” y Fhercha. Siendo parte de su círculo tan amplio de amigos, fui invitada a la fiesta navideña, la primera. Una amiga prestó su casa para ello, su padre no estaría ese día así que los ratones hicimos fiesta.
La situación comenzó tranquila, unos pocos habíamos llegado, buena música, un poco de cerveza. La anfitriona propuso un juego para amenizar el rato, la dinámica era describir a la persona de enfrente con una planta. Después cambiamos de juego a uno llamado “El cartero”, consistía en básicamente hacer confesiones a través de comentar algo que hayamos hecho y los que lo hubieran hecho también se movían de lugar.
Seguimos bebiendo, riendo y poco a poco la fiesta se fue llenando. En algún punto llegó un profesor muy querido por toda mi generación, junto con su esposa quien era encargada de la biblioteca de la escuela. Su presencia como mentor y amigo era todo un suceso, es de los pocos profesores que acuden a las fiestas de los alumnos aún al pasar de los años.
A su llegada, mi querido profe se encontraba muy nervioso con mi blusa (una prenda adquirida en Oaxaca, de esas que se usan con los hombros descubiertos). Su nerviosismo hizo que pasara más de la mitad de la fiesta subiendo la blusa a mis hombros y alegando al respecto.
Después de algunas horas, y con mucha más gente realizamos nuestro intercambio navideño. Cuestión que llevó aproximadamente una hora en la que todos seguíamos bebiendo y sumamente divertidos con los regalos. Mi hermano, jefe de grupo, dirigió unas palabras a todos los compañeros. Su estado etílico le permitió decir lo siguiente.
Hermano Fherchoso.- Ustedes son el mejor huevo… no, no, no. Son el mejor grupo. ¡A huevo!
No era el único que no podía expresarse, todos nos encontrábamos más o menos igual. Los accidentes comenzaron a ocurrir y varios vasos con contenido alcohólico fueron derramados y después fueron limpiados por aquellos en mejor estado.
El profe ya se había alcoholizado también y a partir de éste punto, pasó la otra mitad de la fiesta, bajando la blusa de mis hombros y alegando de nuevo pero con nuevos argumentos. Ahora era yo la nerviosa, traté de escabullirme lo más posible entre mis compañeros, su esposa estaba sumamente enojada e intentaba controlarlo sin éxito. El novio de la anfitriona nos resguardó en el cuarto mientras ella lograba convencer al profe de que había llegado la hora de irse.
Mi mejor amiga y yo, sumamente cansadas y alcoholizadas, decidimos que para nosotras, era momento de intentar dormir. Apresuramos para conseguir un buen lugar en donde pasar nuestro letargo etílico; nos tocó la comodidad de una cama individual para las dos, solas en el cuarto. Todo giraba, había mucho ruido afuera; uno de esos momentos en que estás consciente pero tu cuerpo duerme.
Varios minutos después, una pareja irrumpió para tener un poco de obscuridad y soledad dentro del cuarto, ninguna de las dos pudo hacer algo al respecto y nos limitamos a desear quedarnos dormidas, de pronto un amigo entró a defender nuestro sagrado sueño y les pidió que salieran con palabras poco amables, después, se recostó a nuestro lado. Solos nosotros tres conciliamos el sueño.
Pasaron algunas horas, pocas, en las cuales habíamos descansado lo suficiente para estar listar para la huída. Mi consciencia despertaba cuando llegó a mis oídos un extraño sonido. Me detuve a pensar y concluí que sólo podía provenir de alguna pareja amorosa haciendo de las suyas mientras “dormíamos”. El pánico me inundó pues en la habitación estábamos solamente mi mejor amiga, mi amigo y yo. Mis conclusiones se apresuraron y ante la enorme duda decidí abrir los ojos, temerosa de lo que podía descubrir. Mi mirada se encontró inmediatamente con la de mi mejor amiga, en el mismo pánico que yo. Nada tenía sentido.
Mejor amiga Fherchosa.- Fhercha ¿Estás despierta?
Fherchosa.- Sí ¿Y tú?
Mejor amiga Fherchosa.- Sí
Fherchosa.- ¿Qué hacemos?
Mejor amiga Fherchosa.- Pues vamos a salir
Fherchosa.- Bueno
Estando afuera, sumamente desconcertadas y sin saber qué hacer, descubrimos a otra amiga durmiendo en la sala, en un sleeping bag, con su novio. Los otros, que se habían quedado a pasar la noche estaban arriba en el cuarto del papá de la anfitriona.
Nuestra amiga estaba despierta, descubrió nuestras caras de pánico e incomprensión y se acercó a nosotras, que inmediatamente le pedimos ayuda sin confesarle lo ocurrido y ella accedió a entrar al cuarto para investigar si nuestro amigo estaba solo. No sabíamos cuál sería la respuesta, comenzamos a pensar que quizá su novia había llegado sin que nos diéramos cuenta, nos tranquilizó ése pensamiento.
Después de unos minutos de escuchar algunas voces, nuestra amiga regresó con nosotras y dijo.
Amiga Fherchosa.- Estaba él solo, no hay nadie más.
Una mirada entre mi mejor amiga bastó para comprender lo que había ocurrido ahí adentro y por supuesto no podíamos volver. Era demasiado temprano para que su madre nos rescatara de la situación, así que decidimos hacer unas llamadas telefónicas, pues sabíamos que otra fiesta se había llevado a cabo esa misma noche en casa de nuestro mejor amigo y algunos de nuestros compañeros salieron de una para ir a la otra.
Marcamos a la casa de nuestro amigo y nos contestó su mamá, Mara (también la extraño y dejó éste plano, once días antes que Alí).
Mejor amiga Fherchosa.- Buenos días ¿Se encuentra (amigo fherchoso)?
Mara.- ¿Quién habla?
Mejor amiga Fherchosa.- Ehm, soy… Alicia.
Mara.- Alicia, estamos durmiendo, llámale después.
Alicia es el nombre de otra compañera y dado que mi mejor amiga tenía intenciones románticas con el hijo de Mara, decidió culpar a alguien más para que no la odiaran cuando consiguiera su objetivo.
Tiempo después, Mara seguía molesta con Alicia. Estábamos formando un grupo teatral con Mara y Alicia así que sin más remedio tuvimos que confesar la situación ocurrida tiempo atrás. Fuimos perdonadas.
Finalmente, de esa fiesta navideña, logramos salir con vida aunque bastante traumadas.