El ser humano tiene la maravillosa e infinita capacidad de mentir. Hay veces que llamamos a esa alteración de la realidad “mentiras piadosas”, en ocasiones las circunstancias no nos dejan mas que decir cosas que no son ciertas para salvar nuestros propios intereses y a veces los ajenos. Pero, ¿qué pasa cuando esas mentiras no ayudan a nadie?, cuando son cuentos, historias, conclusiones, aseveraciones o simplemente tratar de corregir un error cometido.
A lo largo de mi vida he conocido a distintos sujetos, hombres en su mayoría, que han usado las mentiras de distintas formas que hasta resultan hilarantes. Ellos no se dan cuenta que a su alrededor la mayoría sabemos que lo que dicen no es tomado en serio, inclusive me pregunto en ocasiones si lo están diciendo de broma o creen que nos convencerán.
Ciertamente yo no comprendo esa necesidad de mentir para asombrar a los demás cuando los mismos no se asombran en absoluto. Incluso resulta desconcertante tratar de indagar qué es lo que realmente ganan, porque ellos desean obtener algo de todo esto y creen que lo consiguen.
Les contaré la historia de tres personas con las que me he topado que me han hecho reír y enojar.
Sujeto #1
Llegó a mi vida siendo amigo de un familiar; a pesar de saber que lo que decía debía ponerse en duda, conforme lo conocí más me di cuenta del alcance de su mitomanía. Él realmente creía que impresionaba a la gente con sus vivencias y que siempre tenía la razón.
En una ocasión, caminábamos por la calle mi hermano, éste sujeto y yo. Nos dirigíamos a ver un concierto de unos compañeros e íbamos a pie, no recuerdo la razón pues él tenía auto. Viajamos de un evento de teatro, al concierto cruzando gran parte de la ciudad y nos desorientamos llegado cierto punto. Al intentar encontrar el rumbo, él confundió los puntos cardinales poniendo el este a la izquierda en vez de a la derecha.
Mi primer error fue intentar hacerle ver que estaba equivocado y darle razones para ello. Un simple “Cierto, me equivoqué” hubiera bastado pero no, él no podía equivocarse. Pasamos aproximadamente una hora discutiendo el asunto. Sus argumentos eran inexistentes y viajaba de una idea a la otra haciéndome reír internamente pues estaba tan convencido de lo que decía que yo no podía hablar.
Básicamente él aseguraba que el este no podía estar a la derecha porque si vas al este, no llegas al este, sigue habiendo más este.
Fherchosa.- “Obviamente no son puntos magnéticos como el norte o el sur, si viajas al norte eventualmente llegarás, pero si viajas al este llegarás al este de donde te encontrabas antes de viajar, y sí, habrá más este. Todo esto pasa si viajas a la derecha, porque el este está hacia allá”
Fué inútil, su conclusión final “Si vas al este no llegas al este, por lo tanto, el este no existe” Parecido a aquel silogismo en que terminas diciendo “Yo soy Stevie Wonder”. Nunca antes había estado tan asombrada con el pensamiento retorcido de un ser humano y más allá, con sus conclusiones.
Sujeto #2
Éste es relativamente cercano a mí así que no mencionaré mucho sobre su identidad, aprecio mis piernas. Tiene muchas, pero muchas historias y anécdotas, él sí es mitómano profesional. Todo lo que hace es para divertir a los interlocutores sin importar a quien afecte o difame, puede hacerte burla o tratar de aclarar tus dudas sin que tú estés seguro sobre la veracidad de lo que dice. Una vez que lo conoces, por más inverosímil que resulte lo que dice, te acostumbras a reír.
La primera historia que compartiré se remonta varios años. Su madre tenía 50 años y al presentar algunos problemas de salud acudió al médico para hacerse estudios de laboratorio. Los resultados de dichos estudios fueron enviados a su casa y su hijo abrió el sobre para “interpretar” lo que venía ahí.
Sin previos conocimientos médicos pero con mucha certeza de saber lo que ahí decía, reunió a sus cinco hermanos para darles la noticia. Un poco de suspenso, el sobre en la mano y dijo:
“Nuestra madre está embarazada”
Conmovidos, los hermanos decidieron hablar con su madre para darle su apoyo ante la nueva situación familiar en puerta. Externaron su sentir y pensar, pero fueron interrumpidos por su madre con un “¿Qué? No, tengo diabetes, ¿cuál embarazada?”.
Sujeto #3
A él lo conocí hace algunos años y en circunstancias extrañas. Su método de acercarse a la gente es peculiar, intenta ganar su confianza haciendo alarde de sus recursos económicos o de cualquier tipo, relacionado con la gente influyente que asegura conocer.
En un inicio, he de confesar, creí algunas de las cosas que me dijo, confié en algunas partes de su discurso y logró envolverme en un torbellino cuyo único fin fué la total distancia y algunas pérdidas.
Comencé a dudar seriamente de él cuando hizo alarde de ciertos hechos y vivencias que yo conocía y sabía que no eran como él lo planteaba. Cabe mencionar que, debido a mi trabajo y sobre todo al de mi padre, tengo amplio conocimiento sobre el mundo radiofónico y de doblaje en México.
Así que un día, él aseguró ser la voz del muñeco Elmo, así como de muchos otros personajes del universo televisivo infantil. Mi asombro ante semejante testimonio causó que mis palabras se esfumaran, todos a mi alrededor parecían creerle y él se negaba a hacer esas voces en su presencia, cosa que es sospechosa aunque no conozcas el tema.
Él, no se daba cuenta que jamás le creí, que intentaba asombrarme con cosas a las que yo me dedico, con gente a la que yo conozco y que por supuesto él no. Llegó a ser tan gracioso que daba lástima. En un intento por redimirse, grabó para nosotros una frase para usarla como ringtone para el celular, usando su “voz de Elmo”. Nuevamente, todos los presentes se quedaron impávidos y yo simplemente reía internamente.
También decía que viajaba mucho a México, podías encontrarlo por la mañana en el café de siempre, con su maleta y alegando que estaba por irse. Si regresabas por la tarde, ahí estaba, en el mismo café y con la misma maleta. Al preguntarle sobre su viaje decía “Ya me fui, ya regresé y estoy por irme de nuevo, es que yo voy a México hasta cuatro veces al día, por lo del doblaje”.
Yo sólo me pregunto ¿Quién va de viaje express, cuatro veces en un día con todo y maleta llena de ropa para tres días?
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